lunes, 20 de mayo de 2013

Reflexión.

Vale la pena que recordemos que cuando comunicarse se torna imposible sólo queda el constatarlo y en ello se refleja el alma completa. En la novela Los ríos profundos, como en el ejedrez de Aureliano Buendía en Cien años de soledad, resulta incongruente sostener un rito que hace interactuar sistemas de signos por medio de la interacción de los individuos desde el acuerdo total respecto de las reglas. En nuestra opinión, en esta novela de Arguedas, se intenta graficar la no existencia de un real acuerdo sobre las reglas asumidas, entendiendo a éstas como los contenidos culturales expresados desde los valores y hacia los símbolos.
En este texto, la experiencia histórica dentro de la cual se desenvuelve el contacto intercultural en la novela, resulta en el relato de un simulacro en el que, a lo largo de un ciclo de la naturaleza (un año), el personaje y voz principal "Ernesto" nos relata su experiencia interna, en la cual las puestas simbólicas recurrentes, las quechua y las peruanas occidentalizadas, poseen contenidos diversos y hasta contradictorios. La síntesis es sólo aparente, y la angustia expresada por el autor textual, es la angustia no sólo frente a la síntesis incompleta sino que, también, es propia de aquel desasosiego que provoca la constatación de la falsedad de la comunicación, una comunicación falsa que surge desde el encuentro de códigos que son paralelos, pero no sincréticos.
Por ello la transtextualidad presente en la obra responde a la composición de una textualidad heterogénea, por momentos inconexa. Vemos que en este libro las reglas históricas que generan al acto comunicativo, se contradicen particularmente con el primado de singularidad del texto mismo, él responde a la norma homogeneizante definida por la novela en la cultura occidental, pero en su composición resulta en un collage donde se reunen retazos de la cultura quechua y la occidental peruana, en un proceso donde el paralelismo de textos nos permite apreciar la dolorosa imposibilidad de la síntesis e, incluso, como sostenemos, la imposibilidad de la comunicación misma.
La afirmación fundamental que plantearemos en este trabajo consiste en la afirmación de la existencia de una transtextualidad que evidencia el intento y, al mismo tiempo, la imposibilidad de la comunicación intercultural. El "sueño de la comunicación" se ve truncado por la existencia de textualidades originadas en sistemas culturales distintos y sólidos, el quechua y el occidental, de manera tal que el autor textual en la voz de Ernesto no hace más que expresar lo doloroso de esta incomunicación, la cual, desde el reposo en la naturaleza, pronto intermedio entre ambos sistemas simbólicos, termina resolviéndose en la opción de Ernesto por la cultura quechua.
El punto cumbre de esta elaboración textual se encuentra, para nosotros, al finalizar este relato, cuando Ernesto, voz esencial, opta por la cultura quechua debido a la constatación de la mayor eficiencia de esta para dar solución a la ansiedad que la peste origina. Es la resolución de la tragedia final del relato...
"Llegarían a Huanupata, y juntos allí, cantarían o lanzarían un grito final de harahui, dirigido a los mundos y materias desconocidas que precipitan la producción de los piojos, el movimiento menudo y tan lento, de la muerte. Quizá el grito alcanzaría a la madre de la fiebre y la penetraría, haciéndola estallar, convirtiéndola en polvo inofensivo que se esfumaría tras los árboles. Quizá"(Arguedas, 1967, p. 260).
La peste es la situación límite donde se expresa los modos contradictorias de asumir la existencia, por parte del mundo andino y del mundo occidental. La situación desencadena el retorno a la identidad quechua, frente a la ineficiencia de mundo occidental para dar respuesta a la angustia frente a lo inmanejable. En su final el libro sintetiza aquello que en nuestra opinión es la esencia del texto, la demostración de la imposibilidad del encuentro, como intentaremos demostrar en este ensayo.

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